Europa se tambalea al borde de otra crisis energética. Esto se hizo evidente después de que los precios del gas natural se dispararan a su nivel más alto en dos años.

Tras una larga lucha contra el aumento de los costes, una inflación persistentemente alta y el desvanecimiento de la actividad industrial debido a la crisis de 2022, el continente se enfrenta de nuevo a la amenaza de otro repunte prolongado que podría desencadenar más problemas económicos.

Las reservas de gas de la región se están agotando rápidamente este invierno, y cuanto menores sean las reservas, más difícil será la tarea de reponerlas. Los precios de los futuros de verano ya superan los $650. Esta cifra es tan alta que a las grandes empresas energéticas como Uniper SE y Eni SpA no les resulta rentable almacenar combustible, por lo que los gobiernos tendrán que intervenir.

Los futuros del gas con entrega a corto plazo cerraron el lunes un 4,2% al alza, a 58,04 euros por megavatio-hora. Se trata del precio de liquidación más alto desde febrero de 2023, después de que los contratos registraran cuatro semanas consecutivas de ganancias.

Los niveles de almacenamiento se han convertido en un dato crucial de escrutinio, ya que a los responsables políticos les preocupa que Europa dependa cada vez más de fuentes de energía intermitentes como la eólica. En este contexto, las existencias de gas en los almacenamientos subterráneos europeos han caído por debajo del 50%, con tasas de retirada en febrero cercanas a máximos históricos.

La situación se ve agravada por las tensiones geopolíticas, especialmente con Rusia, principal proveedor de gas. Las posibles interrupciones del suministro y la falta de tránsito por Ucrania podrían provocar un agotamiento aún más rápido de las instalaciones de almacenamiento y un fuerte aumento de los precios de la energía. Con una oferta limitada y una demanda elevada, los países europeos tienen que competir activamente por el gas natural licuado (GNL) en el mercado mundial. Sin embargo, la capacidad de regasificación de GNL en Europa es limitada y los precios del GNL siguen siendo altos, lo que lo convierte en una alternativa menos atractiva que el gas por gasoducto.

Como he señalado antes, las instalaciones de almacenamiento europeas están ahora a menos de la mitad de su capacidad, el nivel más bajo para esta época del año desde 2022. El rápido agotamiento de las reservas pone de relieve la fragilidad del suministro europeo. La pérdida de la mayoría de los suministros rusos en los últimos tres años ha hecho que los mercados europeos de gas sean más susceptibles a las crisis de precios en respuesta a interrupciones a corto plazo, la demanda de GNL en Asia y los cambios climáticos.

Según las previsiones del ICIS, el consumo europeo de gas aumentará un 17% este mes en comparación con el año pasado, impulsado por la demanda residencial y comercial. Como el invierno aún no ha terminado y se esperan temperaturas mucho más frías, el noroeste de Europa podría impulsar una demanda y unos costes de calefacción mucho más elevados, lo que vaciaría aún más las existencias y daría un nuevo impulso a las dolorosas subidas de precios.

Los operadores también se apresuran a comprar defensas contra la subida de los precios del gas en Europa, lo que indica que esperan nuevas interrupciones del suministro.

En cuanto al panorama técnico del GN, los compradores deben pensar en volver a 3,567. Una ruptura de este rango abriría un camino directo hacia 3,734, así como hacia el nivel superior de 3,915. El objetivo más lejano será la zona de 4,062. En caso de un nuevo retroceso, el primer nivel de soporte se sitúa en 3,422, cuya ruptura llevará rápidamente al instrumento de negociación a 3,268, y el objetivo más lejano será 3,104.